Nunca pensé que acabaría diciendo esto, pero sí: el queso se ha convertido en uno de mis mayores aliados como deportista. No, no es broma. Y no solo porque me encante (que también, por supuesto), sino porque después de investigar un montón, preguntar a entrenadores, leer estudios y probarlo en mi día a día, me di cuenta de que el queso no solo no es enemigo del deporte, ¡es casi un superalimento!
Yo entreno casi todos los días. Solo descanso uno o dos a la semana, dependiendo de cómo me sienta. Intento cuidar mi alimentación porque, al final, por mucho que entrenes, si no comes bien, el cuerpo lo nota. Durante mucho tiempo pensé que el queso era de esos alimentos que había que evitar si querías estar en forma. Que si tiene mucha grasa, que si engorda, que si no es bueno para la digestión… tonterías. Lo cierto es que hay muchísimos tipos de queso, y no todos son iguales. Algunos tienen más grasa, otros más proteína, otros son más ligeros… y la mayoría tienen beneficios que, como deportista, me han venido de lujo.
¿Por qué me enganché al queso?
Todo empezó una mañana después de entrenar piernas. Estaba súper cansada. Llegué a casa con ese hambre que te hace mirar hasta el cartón de leche con cariño. Abrí la nevera y solo vi un trozo de queso curado que había traído mi madre de un mercadillo. Corté un par de lonchas y me las comí así, a lo bruto. Al rato, me notaba bastante mejor. Tenía energía, me había saciado y no me dio el bajón de después de comer cosas azucaradas. Y ahí me picó la curiosidad.
Empecé a mirar qué tiene el queso que lo hace tan interesante. Y descubrí que muchos tipos son una fuente brutal de proteína, calcio, vitaminas del grupo B y grasas saludables. Además, ayudan a la recuperación muscular y aportan saciedad sin tener que atiborrarse de comida.
Los quesos que más me han ayudado como deportista
Después de probar varios y de escuchar recomendaciones de nutricionistas deportivos, estos son los que más suelo incluir en mi dieta:
- Requesón: No falla. El requesón tiene una textura suave y un sabor que combina con casi todo. Aporta caseína, una proteína de absorción lenta, lo que va genial para mantener los músculos alimentados durante la noche si lo tomas en la cena.
- Queso curado de oveja: Este lo tomo con más moderación, pero cuando lo hago, lo disfruto. Es más graso, pero también muy rico en nutrientes y en sabor. Me gusta tomarlo como recompensa después de una semana de entrenamiento duro.
- Queso cottage: Lo descubrí hace poco y ya no falta en mi nevera. Tiene muy poca grasa, bastante proteína y es muy fácil de digerir. A veces me lo tomo con un poco de miel y nueces, o lo meto
- Queso parmesano: Aunque se usa más como condimento, un poquito de parmesano rallado sobre platos de pasta integral o ensaladas sube el sabor sin necesidad de salsas artificiales. Además, aporta calcio y proteína de calidad.
- Queso manchego: Este lo conocí gracias a Adiano, quesería en Ciudad Real que vende este tipo de queso. Me explicaron que tiene una buena cantidad de proteína y calcio, y aunque también tiene grasa, en cantidades moderadas va perfecto. Me gusta tomarlo en desayunos con pan integral y un poco de tomate rallado, o en bocadillos post-entreno si voy con prisa. Además, al tener tanto sabor, no necesitas comer mucho para quedarte satisfecho. Si tienes que elegir un queso “de capricho” pero que siga ayudando a tus músculos, este es una pasada.
Beneficios del queso para el cuerpo si haces deporte
Aquí viene lo más interesante. El queso, bien elegido y tomado con moderación, tiene un montón de beneficios que se notan si entrenas con regularidad:
- Aporta proteínas de calidad, necesarias para reparar y construir músculo después del esfuerzo físico.
- Contiene calcio, que no solo es bueno para los huesos, sino que ayuda a la contracción muscular.
- Da sensación de saciedad, así que te ayuda a no picar entre horas o a controlar mejor lo que comes.
- Tiene vitaminas B12 y B2, importantes para el metabolismo energético.
- Aporta grasas saludables, que son necesarias en dietas equilibradas, sobre todo si haces ejercicio intenso.
¿Cómo incluirlo en el día a día sin abusar?
La clave está en la variedad y la cantidad. No hace falta comerse media rueda de queso cada vez, pero incluirlo en pequeñas porciones en distintas comidas puede marcar la diferencia. Aquí te dejo algunos momentos donde suelo meterlo:
- Desayuno: Un bol con queso fresco batido, fruta y copos de avena.
- Media mañana: Una tostada con queso cottage y aguacate.
- Almuerzo: Pasta con verduras y un poco de parmesano rallado.
- Merienda: Requesón con nueces y miel.
- Cena: Ensalada con daditos de queso fresco o una tortilla con queso rallado bajo en grasa.
Recetas que me salvan la vida (y me llenan de energía)
Voy a compartirte algunas ideas rápidas que hago entre semana y que me ayudan a mantenerme en forma sin aburrirme comiendo siempre lo mismo.
Ensalada potente post-entreno
- Hojas verdes
- Tomate cherry
- Atún al natural
- Queso fresco en cubitos
- Huevo cocido
- Aceite de oliva y un poco de orégano
Súper rápida y cargada de todo lo que necesito después de entrenar: proteína, grasas buenas y vitaminas.
Tostadas de requesón y plátano
- Pan integral
- Requesón
- Rodajas de plátano
- Un chorrito de miel por encima
Es mi merienda favorita cuando tengo hambre brutal después de una sesión larga de cardio. Me deja lleno pero ligero.
Pasta integral con verduras y parmesano
- Pasta integral (mejor espirales o macarrones)
- Calabacín, pimiento, cebolla (a la plancha)
- Un poco de parmesano rallado por encima
- Opcional: añadir pollo a la plancha o tofu
La como antes de entrenamientos fuertes, como los días de pierna o circuitos de fuerza. Me da energía sin pesadez.
Tortilla con queso y espinacas
- 2 huevos
- Un puñado de espinacas frescas
- Queso rallado bajo en grasa
- Un toque de ajo en polvo
Es ideal para cenar ligero pero completo. Y está buenísima.
¿Queso y deporte? Sí, pero con sentido común
Hay que tener en cuenta el tipo de queso, cuánto comes y en qué momento del día lo tomas. Y, sobre todo, escuchar al cuerpo. Yo, por ejemplo, evito los quesos muy grasos justo antes de entrenar, porque me hacen sentir muy pesada. Pero después de entrenar o para cenar, son una maravilla.
También es importante mirar las etiquetas. Hay muchos quesos envasados con un montón de aditivos, sal o grasas que no aportan nada. Si puedes elegir, mejor uno lo más natural posible y con pocos ingredientes.
Y si eres intolerante a la lactosa, ¡no pasa nada! Hay quesos sin lactosa, e incluso algunos curados que tienen muy poca o ninguna. Lo bueno es que hoy en día hay opciones para todos los gustos y necesidades.
Cosas que probablemente no sabías sobre el queso (y te van a encantar)
¿Sabías que hay más de 2.000 tipos de queso registrados en el mundo? ¡Dos mil! Es como tener uno distinto para cada día durante más de cinco años. Y aunque parezca una locura, algunos se elaboran en condiciones tan curiosas que parecen de otro planeta.
Por ejemplo, el queso casu marzu de Cerdeña (no te preocupes, no te lo voy a recomendar) tiene larvas vivas. Sí, como lo lees. Se fermenta con bichitos. En cambio, el gouda holandés puede madurar durante años y desarrollar un sabor tan profundo que parece chocolate salado.
¿Otra curiosidad? Hay quesos que se derriten mejor y otros que no derriten ni por error. El halloumi, por ejemplo, puedes ponerlo en la sartén sin que se deshaga, y queda crujientito por fuera y suave por dentro. Perfecto para una ensalada proteica después del entrenamiento.
Y si eres de los que pensaban que el queso solo se hace con leche de vaca, prepárate: también los hay de oveja, cabra, búfala y hasta camella. Algunos de ellos tienen más proteínas y menos lactosa, lo que los hace perfectos si tienes el estómago delicado.
Además, el queso lleva siglos formando parte de rituales, festivales y hasta carreras. En Inglaterra hay una competición en la que la gente se lanza colina abajo persiguiendo un queso rodante. Suena loco, pero pasa cada año. Y sí, a veces hay lesiones… por queso.
El queso me hace rendir mejor (y más feliz)
Te lo digo como deportista y como persona que disfruta de la comida: el queso me ha ayudado a tener mejores entrenamientos y a disfrutar más de lo que como. Ya no tengo esa sensación de estar a dieta o restringiendo cosas. Simplemente como lo que me hace bien, me da energía y me hace sentir fuerte.
Y sí, cuando veo ese trozo de queso en la nevera después de una sesión dura, me sale una sonrisa. Porque sé que además de estar buenísimo, me está cuidando por dentro.
Así que, si entrenas, si te cuidas, si quieres estar fuerte pero no vivir a base de pechuga y arroz blanco, dale una oportunidad al queso. Prueba distintos tipos, experimenta con recetas y, sobre todo, disfruta del proceso. Porque alimentarse bien también tiene que ser algo que te guste, no un castigo.
Yo, desde luego, no lo cambio por nada.