Discernir entre el padecimiento de una patología física o psicológica puede resultar muy complicado en determinados casos. Cuando hablamos de mente y cerebro, no hablamos realmente de lo mismo. En el caso de sufrir un problema que afecte a una de estas áreas, puede surgir una duda respecto a que especialista acudir. ¿Un psicólogo? ¿El psiquiatra? ¿Neurólogo? Cualquiera de estos profesionales puede ayudar, siempre y cuando, sea el acertado. En muchas ocasiones, un trabajo conjunto es la única manera de abordar el problema. Aunque la salud mental, suele resultar un tema controvertido y, todavía, existen personas que demonizan las visitas al psiquiatra o psicólogo. Afortunadamente, cada vez menos.
Es de dominio público que hasta hace relativamente poco, las dolencias mentales estaban mal vistas y, por ende, mal tratadas. También era muy habitual tratar las lesiones del sistema nervioso de forma errónea por desconocimiento. Puesto que muchos síntomas y comportamientos eran similares, la confusión era posible y no hacía más que agravar el problema. Actualmente, se han vencido todas esas resistencias y no existen tales confusiones, cada profesional tiene sus pacientes y cada paciente, su profesional. Tan solo hay que saber a cuál acudir y en qué momento.
Como nos dicen claramente los profesionales de CP Sur como centro especializado en psicología, si existe la presencia de una lesión en el sistema nervioso, hay que acudir a un neurólogo; en el caso de que el problema pueda resolverse llevando a cabo cambios en el comportamiento o estilo de vida, el psicólogo es la opción adecuada. ¿Y el psiquiatra? Cuando hace falta una medicación, como veremos más adelante.
Tanto para la ciencia como para el común mortal, el cerebro sigue siendo ese gran desconocido. Un misterio que, todavía no se ha podido descifrar. Por mucho que nos cueste creerlo, aun sabiendo mucho más de lo que sabíamos en el siglo XIX, apenas conocemos una ínfima parte del mismo. De ahí que, las enfermedades mentales, resulten tan desconcertantes.
Tres profesionales diferentes
Psicólogos, psiquiatras y neurólogos, se centran en esa parte del cuerpo. La mente y el cerebro, la psique. Cada uno con un enfoque totalmente diferente, una formación igualmente distinta y unos tratamientos que difieren.
Los psicólogos cuentan con Licenciatura en Psicología, maestrías, doctorados en áreas concretas… su enfoque es conductual, emocional, por lo que sus tratamientos son de carácter conductual. Lo que tratan son los problemas emocionales, de comportamiento, estrés o ansiedad.
En tanto que los psiquiatras, cuentan con una Licenciatura en Medicina y una posterior especialización en psiquiatría. Es decir, son médicos que tratan los aspectos biológicos, por lo que pueden prescribir tratamientos farmacológicos y psicoterapia en según qué casos. Se recurre a ellos cuando se producen trastornos mentales severos que requieren de medicación.
Por último, los neurólogos, médicos licenciados y especializados en neurología que se ocupan de tratar las afecciones del sistema nervioso, los trastornos físicos y funcionales del mismo, así como los trastornos del movimiento, los dolores de cabeza crónicos o las lesiones del sistema nervioso. Utilizan fármacos y rehabilitación.
Se puede observar que se trata de tres disciplinas diferentes que, en ocasiones pueden confundirse o pensar que son diferencias nimias, pero están muy relacionadas. Lo cierto es que diferencia entre un psicólogo y un psiquiatra, no es tan difícil. Básicamente porque los psiquiatras son médicos y los psicólogos no. Aunque ambos se ocupen de la salud mental de sus pacientes.
Un psiquiatra, antes de ocuparse de la mente humana, se aprende todo lo necesario respecto a la bioquímica, morfología, anatomía y demás aspectos físicos del cerebro para tratar de comprender su funcionamiento. Para ellos, estos factores juegan un papel esencial a la hora de explicar las enfermedades mentales, por lo que recetan fármacos antes que psicoterapia. En tanto que la psicología, abarca todo tipo de fenómenos metales que van más allá de la enfermedad.
La psicología ayuda a entender las emociones y pensamientos, modificar los patrones de comportamiento para obtener resultados y no hace tanto hincapié en la cuestión biológica. La psicología entiende que es parte de la explicación pero no se adentra en esos aspectos. De ahí que el trabajo de ambas disciplinas se complemente.
Ahora pasamos al tercero en discordia: el neurólogo. Dicho lo dicho, ¿no basta con un psiquiatra? Pues no. El cerebro es la cuestión y, su producto invisible y de mayor complejidad, la mente. Como inmenso rompecabezas que es, no puede resolverse sin hacerlo por partes.
Mientras que la psiquiatría comprende las enfermedades en las que las alteraciones no tienen implicación cerebral claras, aunque si determina la implicación biológica, la neurología, investiga las lesiones del sistema nervioso. Estás tienen una implicación en el comportamiento y habilidades de la persona y por lo tanto, requieren una atención especializada.
En otras palabras, el psicólogo se ocupa de los aspectos más emocionales sin causa física; el psiquiatra de los aspectos emocionales derivados de cuestiones bioquímicas; los neurólogos de todas las afecciones físicas que derivan en cambios de comportamiento, entre otros.
A quien recurrir en cada situación
Para muchos esta es la pregunta del millón. La respuesta, va en función de la simpatía que se tenga por cada disciplina. Sin embargo, la respuesta más útil y funcional debe basarse en un hecho concreto: por mucho o poco que sepamos del cerebro, la certeza es que controla todo el cuerpo, funciones voluntarias o involuntarias incluidas. A razón de este hecho, la solución al dilema, solo hay que tener claro que, salvo excepciones concretas, el psiquiatra se ocupa de las alteraciones producidas en las funciones voluntarias controladas por el cerebro; le neurólogo, de las involuntarias. Más sencillo no puede ser. El psicólogo, lo dejamos para la parte emocional.
Citemos un ejemplo para entenderlo mejor. Un caso de depresión, considerado como enfermedad psiquiátrica, en el que el paciente experimenta tristeza, aislamiento, pérdida de sueño, apetito, etc. No tiene todo el control de sus reacciones, pero su cuerpo no funciona de forma independiente. Sigue siendo libre a la hora de comportarse, pudiendo cantar o bailar, comer o beber… pero no quiere hacerlo. Necesita que se le ayude a encontrar las ganas de hacer esas cosas.
Por el contrario, una persona que padece, por ejemplo, Parkinson, puede querer controlar los síntomas que sufre a nivel motor, como el temblor en reposo, pero no puede. Es incapaz de ponerse por encima del síntoma. En este caso, hay que acudir al neurólogo.
Ahora nos volvemos a la figura del psicólogo. A fin de cuentas, su misión no es otra que ayudar al paciente a cambiar y modificar conductas, pensamientos y emociones, puesto que son las que hacen que se vivan experiencias alejadas del placer. Tanto si se consideran enfermedades como si no, lo cierto es que la labor de este profesional, puede ser fundamenta a la hora de tratar cualquiera de las enfermedades de las que se ocupan psiquiatras y neurólogos.
Los pacientes de Parkinson no solo sufren alteraciones motoras, los síntomas emocionales a consecuencia de su incapacidad, pueden manejase mejor con ayuda de un psicólogo.
Aquí, aparece otra figura, asociada a la psicología pero más especializada: el neuropsicólogo. Este profesional se ha ganado el título de figura esencial en el entrenamiento de las funciones cognitivas que se van deteriorando. Ofrecen a los pacientes, opciones terapéuticas en una de las áreas en las que no existían: la neurodegeneración. Lo cual no es de extrañar, puesto que hasta hace algunos lustros, las neuronas solo morían. No existía deterioro ni regeneración posible, hasta que investigaciones más modernas, demostraron lo contrario.
En conclusión, podemos decir que, superado el temor a las enfermedades mentales, sean de carácter físico, fisiológico o emocional, cualquiera de las disciplinas mencionadas, se ocupan de tratarlas como merecen. Ya no existe demonización, por parte de la sociedad, para los que sufren depresión o van al psicólogo. Del mismo modo que se contemplan las opciones que ofrecen las enfermedades del sistema nervioso a la hora de diagnosticar enfermedades mentales que, en realidad no lo son.
Por lo tanto, en el caso de sufrir algún tipo de lesión en el sistema nervioso, sea del carácter e intensidad que sea, hay que ir al neurólogo. Su intervención puede atajar el problema en gran medida, si no resolverlo. Cuando se trata de un problema que se asocie a un cambio de comportamiento, en el que se manifiesten síntomas negativos y displacenteros, unidos a manifestaciones patológicas como ver u oír cosas que no existen, la elección correcta es el psiquiatra.
En el supuesto de que solo quieras sentirte bien, mejorar tu bienestar emocional y aprender a lidiar con las emociones, acudir al psicólogo es la mejor forma de alcanzar ese objetivo. Con su ayuda y un poco de orientación, se puede alcanzar ese nivel de bienestar pretendido. En cualquier caso, tanto si sufres un problema mental, como uno de origen neurológico, como si te encuentras pasando un mal momento, el psicólogo, siempre es un buen aporte a cada tratamiento.
Con todo esto, aunque lo mejor es no tener que acudir a ninguno de estos profesionales por lo que conlleva implícito, siempre que sea necesario acudir a uno de ellos, ya sabes cuál es el acertado, en función de la dolencia.